14 | enero | 2021
Querida comunidad:
Desde que inicié este proyecto de sanación, varias personas, que han sufrido la muerte de alguien muy amado, me han buscado para pedirme consejos, pedirme sanación, preguntarme cómo pueden entender la partida de alguien.
Y hoy es la primera vez que me animo a publicar algo al respecto porque no soy experta en tanatología. Sé de cierre de ciclos, pero la muerte de un ser querido, honestamente rebasa mi comprensión de sanadora y ser espiritual y creo que todo lo que pueda decir desde esa perspectiva es poco sensible porque la mente busca racionalizar en seguida la muerte con expresiones como “en realidad nadie muere, trasciende” o “siempre está contigo, la muerte es una ilusión” y sí. Todo eso sí, sin embargo, como seres humanos la muerte nos da miedo y nos duele tanto que pensamos que podríamos morir también nada más de sentir ese vacío y ese dolor.
Así que el día de hoy vengo aquí a hablarlo como lo he experimentado: como humano.
En el 2018, una de las primeras “clientas" que tuve como sanadora fue Pau, mi niña milagro. Ella llegó con un cuadro súper complicado de lupus y con el trabajo de sanación que realmente ella hizo tuvo mejorías MILAGROSAS. Terminamos siendo amigas y el amor que existe entre nosotras es infinito.
En el 2020 casi no tuve comunicación con ella y en julio su alma decidió dejar el cuerpo y “murió”.
¿Cómo lo viví?
Desde mi dolor, me enfurecí con ella por no haber hecho lo suficiente para estar bien. Me enfurecí conmigo por no haber estado lo suficiente para ella, por haberme olvidado de su cumpleaños, por dejar para después escribirle. Me enfurecí con la enfermedad. Me sentí la peor sanadora del universo, es más, no me sentí sanadora en lo absoluto.
Le pedí perdón por no saber hacer las cosas diferentes, me pedí perdón a mí también por no estar tan presente para las personas que amo.
Me permití llorar, cancelar mi agenda el tiempo necesario para llorar, hablar con ella en voz alta, hablar con Dios, ver sus fotos, honrarla, hablar con su familia.
La meditación más poderosa que hice no fue sentarme en mi altar en silencio, fue permitirme sentir el dolor, permitir llorar y permitirme expresar todo lo que sentía: enojo, impotencia, decepción, negación.
Y así, empezar un día a la vez.
Mi niña milagro, con su partida me dejo GRANDES lecciones que les comparto a continuación:
Amar a las personas es respetar y aceptar el plan de su alma, cualquiera que éste sea. Y eso implica aceptar su partida sin cuestionamientos, sin culparnos por no hacer suficiente, sin culpar a Dios, sin culpar a la enfermedad o a quien haya sido responsable de la muerte: la forma y el día que tenemos establecidos para partir está ya escrito y no tiene nada que ver con nadie que no sea el alma en cuestión. Y con esto te digo: LA PARTIDA DE TUS SERES QUERIDOS NADA TIENE QUE VER CONTIGO, ni con lo que pudiste hacer o no haber hecho.
Aceptar la muerte o partida de tu ser querido implica aceptar también todas las emociones que ésta te genera: implica llorar lo necesario, implica enojarse lo necesario, implica reconocer que no entendemos nada de la vida y mucho menos nada de la muerte.
La mejor forma que tenemos de honrar la muerte es honrando la vida. Vive amando cada instante, la vida, la música, la comida, las sobremesas, las risas, el sol, la lluvia, las flores. Ama la vida y cada parte de ella porque ése es el mejor homenaje que podemos hacer para quien con su partida nos recuerda lo vivos que estamos.
Busca ayuda, busca a tu grupo de contención, pero sobre todo, busca ayuda profesional. Si estás atravesando una pérdida que te duele tanto, busca a un experto/a en tanatología que pueda ayudarte en tu proceso.
Hoy, no hay día que no lloré mucho siempre que pienso a Pau. Sin embargo, también sé que el amor que nos tenemos trasciende cualquier espacio, cualquier dimensión y que sigue siendo mi maestra desde el lugar en el que está.
Hoy me sé sanadora porque primero me reconozco humana y reconozco que no hay nada que entender de la vida, ni de la muerte, que el único camino es VIVIR la experiencia para trascenderla, como sea que se presente.
Mi Pau, mi niña milagro, gracias por tu paso en la Tierra, gracias por cruzarte en mi camino. Te amo, nos amo y amo la magia que creamos juntas.
Girasoles para ti siempre. 💙
Y a ti, que me lees, deseo que en esta entrada te recuerde que tienes permiso de sentir y que la forma espiritual de vivir la muerte es como se vive la vida: SINTIENDO.
Bienvenida a tu vida iluminada. 🫶🏼💫
Gracias por estar aquí,
Ale
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